Parashat Jaye Sara(Bereshit 23:1 – 25:18)

septiembre 23, 2011

 פרשת חיי שרה      כג:א – כה: יח

 

La Parashá que leemos esta semana comienza relatando el fallecimiento de Sara a los 127 años de edad. El hecho acontece en Kiryat Arba, en Hebrón, hasta allí se traslada el patriarca para dar enterramiento a su compañera. Compra allí Avraham la cueva de Majpelá, el lugar en el que según la tradición Adam y Java también fueron enterrados y motivo por el que el patriarca se encontraba dispuesto a pagar una elevada suma de dinero a cambio de la propiedad de este lugar.

La primera matriarca y el primer patriarca eran auténticamente socios en la fundación del que sería un nuevo pueblo. Rashi explica que cuando Avraham y Sará en la Parashat Lej-Leja partieron desde Haran y llevaban con ellos “las almas que habían adquirido” (Bereshit 12:1) a lo que se refiere la Torah en realidad es a que “Avraham convirtió a los hombres y Sara a las mujeres”. De esta forma el liderazgo espiritual del pueblo no es propiedad exclusiva del patriarca, sino que era compartida también con la matriarca. Ambos eran socios y cada uno de ellos desempeñaba un papel fundamental, siendo los dos irremplazables.

Sin Sara no podía haber un Avraham, el pacto requería de dos líderes que en este caso eran una mujer y un hombre. De esto era consciente también Yitzjak, quien en el momento de conocer a Rivka la llevó a la tienda de su madre, Sara, antes de desposarla, tal y como se enuncia casi al final de la Parashá (Bereshit 24:67). Podríamos hablar mucho sobre la importancia del relato de la búsqueda de Rivka, pero lo dejaremos para otra ocasión. Lo que resulta decisivo es que se produce una transición, desde el matriarcado de Sara hacia el de Rivka. Ambas son mujeres, con un elevado peso específico y con un papel fundamental. Durante algún tiempo muchas personas han reivindicado este papel y ello se ha visto reflejado en la redacción de algunas tefilot que actualmente mencionan no solamente a los avot, sino también a las imaot, poniéndolos en el mismo nivel y evidenciando que las mujeres tienen en el mundo la capacidad de desarrollar los mismos roles que los varones. De todo esto es también una prueba evidente el hecho de que desde hace años podemos ver al frente de nuestras comunidades  mujeres que lideran las kehilot o que desempeñan papeles decisivos, también podemos mencionar la existencia de mujeres Rabinas, etc. Además de otros hechos en pro de la igualdad que hoy son indiscutibles como la desaparición de las zonas separadas para mujeres y varones,….

La revalorización de la intervención e implicación de las mujeres pasa en gran medida también por el reconocimiento de las tareas desempeñadas por las mujeres del pasado, que en muchas ocasiones ha sido enmascarado o invisibilizado por la clara influencia del sistema patrista en el que vivimos inmersos. El hecho de que Avraham “llorase” desconsolado por el fallecimiento de su compañera (Bereshit 23:2) queda también reflejado en la Torah cuando podemos leer:

 “וַתָּמָת שָׂרָה, בְּקִרְיַת אַרְבַּע הִוא חֶבְרוֹן בְּאֶרֶץ כְּנָעַן; וַיָּבֹא, אַבְרָהָם, לִסְפֹּד לְשָׂרָה, וְלִבְכֹּתָהּ”

vemos como la “kaf” se empequeñece para dejar espacio a la pena del patriarca. También la elección del lugar en el que sería entrerrada, junto con muchos otros detalles, se pone en evidencia que Sara no era una mera auxiliar del patriarca, sino que era una protagonista decisiva, una persona con igual capacidad de desempeño y decisión. De esta misma forma podemos interpretar en la actualidad el papel de las mujeres, dejando de lado la idea de que su incorporación a las sociedades en los mismos puestos que los varones es una oportunidad que les ha sido otorgada para demostrar que son iguales, sino asumiendo que cada ser humano dejando, a un lado su género, ha de ser tratado como un igual.

 

Eliyahu Peretz del Campo