Parashát Vezot haBerajá (Devarim 33-34)

septiembre 23, 2011

 פרשת וזאת הברכה      לג – לד

 5770

Nos encontramos ante la última porción de la Torah, la que constituye la despedida definitiva de Moshé. Se trata de la única Parashá que se lee en un día que no es Shabat, durante Simjat Torah: el día en que todos los miembros de las comunidades son llamados a hacer una aliá, incluso aquellas personas que aun no son Bat o Bar Mitzva, el texto se repite hasta que el último miembro ha leído y entonces se lee la última porción. Acto seguido comenzaremos la lectura de la primera porción de Bereshit para darle continuidad al ciclo anual de estudio y repaso de la Torah.

El cuerpo central de nuestra porción para esta ocasión, se encuentra formado por la bendición enunciada por Moshé y que se dirige a todas las tribus con excepción de la de Shimon. La tradición afirma que este hecho pudo deberse a que ellos, los miembros de la tribu de Shimon, fueron los principales responsables del suceso del ídolo o bien que pudo ser el resultado del pequeño tamaño de la tribu y su dispersión dentro del resto, por lo que recibiría su parte junto con la de aquellos entre los que residiría. Esta es la última intervención de Moshé antes de su muerte y emula en esta ocasión al patriarca Yaacov, quien antes de fallecer hizo lo mismo con cada una de las tribus; también en este caso se combinan la descripción de cada uno de los grupos con su papel dentro de la nación de Israel.

Entre ambas bendiciones, la de Yaacob y la de Moshé, se considera que transcurrió el periodo en el que el “Pueblo de Israel” se convirtió en tal. Comenzó dicho suceso cuando las “setenta personas” de la familia de Yaacov partieron hacia Mitzraim, siendo precisamente esto: una familia individual, pero pasando a transformarse con el tiempo en una nación tal y como el propio faraón llegó a ver (Shemot 1:9). El crecimiento de esta nación, no solamente en número sino también desde una perspectiva espiritual, sucedió de forma gradual, incluyendo a personas y numerosos elementos culturales del entorno pero sin olvidar en ningún momento la raíz espiritual y los valores éticos que conformaban su bandera.

Cuando Yaacob se encuentra en sus últimos momentos bendice a las tribus, en este tiempo todas ellas toman las riendas de su destino, como si hubiesen alcanzado la mayoría de edad. De forma análoga es en este punto cuando Moshé proclama la madurez del Pueblo de Israel, siendo desde este momento responsable de su destino particular y colectivo. Este hito sucede frente a la tierra que será suya y que Moshé verá pero no llegará a pisar, pero aun así, a pesar de saber que no llegaría, se hizo responsable y guió al pueblo y no quiso despedirse hasta ofrecer un poco de esperanza a todas las personas que lo siguieron a través del desierto, a veces a regañadientes, haciendo de esta forma gala de su consciencia de la responsabilidad intergeneracional de construir una realidad mejor, más justa para quienes llegarán tras nosotros.

El contenido concreto de cada una de las bendiciones ha dado lugar a múltiples interpretaciones que no trataremos en esta ocasión, aunque podemos remarcar que Moshé enfatiza en todo momento la relación entre Dios e Israel, estableciéndose una relación de intimidad especial entre Él y Su pueblo, en la que Torah y la tierra juegan también un papel fundamental.

Una vez dicho todo esto muere Moshé, sin que podamos saber donde fue enterrado. No hubo otro profeta de su talla, pero sin embargo también el Pueblo al que él trataba como un conjunto unitario (tal y como podemos ver al comienzo de la Parashá) jugó un papel muy importante en cómo se forjo su identidad y en el alcance de su meta.

 

Eliyahu Peretz del Campo