Parashát Noaj constituye un punto de inflexión, un momento de fuerte contraste entre la creación, en la que al concluir cada elemento o cada jornada se valoró el hecho de forma positiva o muy positiva (como es en el último día de la misma), y el cataclismo en forma de diluvio que terminó con la generación de Noaj. Acto seguido se nos relata la reanudación de la vida cotidiana, el pacto con la humanidad (preceptos Noájicos) y su símbolo, se nos cuenta el suceso de Babel y se enumeran las diez generaciones que separaron a Noaj de Abraham, que por aquel entonces era conocido aun como Abram.
Comienza nuestra Parashá diciendo: “Estas son las generaciones de Noaj: Noaj fue un hombre justo íntegro en sus generaciones” (אֵלֶּה, תּוֹלְדֹת נֹחַ-נֹחַ אִישׁ צַדִּיק תָּמִים הָיָה, בְּדֹרֹתָיו). La tradición explica que Noaj fue un hombre justo con las demás personas y un personaje íntegro, sobresalió por encima de las quienes vivieron en su tiempo, en sus dos generaciones. Es por esto que en este relato Noaj es llamado a ponerse a salvo antes del diluvio. A pesar de que conocemos su historia, la personalidad de Noaj en el sipur parece ser cuestionada, sus virtudes son comparadas y limitadas a “esta generación” (Bereshit 7:1). Rashi nos cuenta que “en aquella generación (la de Noaj): Por una parte hay sabios que dicen: ciertamente si hubiese vivido en una generación de tzadikim habría sido más justo. A la vez otros dicen que: si hubiese vivido en la generación de Abraham, no hubiese valido nada”. Por lo tanto según Rashi pone en evidencia Noaj podría no ser considerado un tzadik completo.
¿Cuál es el motivo por el que nuestros sabios establecieron esta posibilidad? La explicación se puede encontrar realizando una comparación entre el comportamiento de Noaj al recibir la noticia del diluvio y los comportamientos, en similares circunstancias, de dos figuras fundamentales para nuestro pueblo: Abraham y Moshé. Cuando Abraham fue avisado sobre la inminente destrucción de las dos ciudades (Sdom y Amora), este “negocia” y pide que sean salvadas si al menos diez justos viven en ellas. Por otra parte en el tiempo de Moshé tras la grave transgresión del ídolo en el desierto el pueblo de Israel iba a ser destruido, pero sin embargo el propio Moshé solicitó que no fuese de esta forma y justificó el comportamiento de aquella generación. Sin embargo Noaj no se hizo responsable de sus coetáneos y se limitó a construir el arca, olvidando su compromiso para con el resto de las personas.
Según el relato de la Torah, Noaj necesitó 120 años para construir la embarcación. Desconocemos el criterio de la medida temporal o el auténtico significado de este hecho, pero parece ser tiempo más que suficiente para que su personalidad hubiese influenciado, para que su determinación y comportamientos hubiesen tenido algún tipo de efecto sobre su entorno cercano. Sin embargo, según podemos deducir de los razonamientos anteriores, Noaj era como una isla, se encontraba encerrado y acomodado en su propia rectitud.
En otro sentido, tal y como ya mencionábamos anteriormente, otros comentaristas como Sforno (comentarista de la Torah nacido en Italia en la alta edad media) opinan que no se comportó de forma egoísta e indiferente, sino que aplicó el más elevado grado de tzedaká permitiendo que los demás forjasen su propio camino en vez de prestarles un apoyo puntual. Ambas perspectivas forman parte de un dilema que podemos plantearnos en nuestras vidas cotidianas y dejando al margen el origen del texto que estudiamos esta semana y otras consideraciones que podríamos realizar, esta es posiblemente una de las grandes disyuntivas que nos plantea: ¿en qué medida debemos intervenir cuando se plantea una situación que perjudica a los demás? ¿Qué nivel de responsabilidad tenemos en los problemas de nuestra generación? Cada uno podremos encontrar nuestras propias respuestas.
Por otra parte me gustaría que reflexionásemos al menos durante un instante sobre el hecho que pudo desencadenar la toma de la decisión, o la gota que finalmente hizo que el vaso se colmase. Existen múltiples explicaciones, en algunos casos se alega que las “inmoralidades sexuales” fueron la causa, en otros se afirma que fueron el robo o la violencia (Rashi apoya esta segunda hipótesis alegando, junto con otros estudiosos, que dichas “inmoralidades sexuales” eran cometidas de forma consentida y quienes apoyan la primera tesis suelen afirmar que se trataba de relaciones no consentidas, esto es de explotación sexual). En el Talmud podemos leer: “Rabi Johanan dijo: Venid y ved el poder del robo. Aunque la generación del diluvio transgredió todas las las leyes, el decreto de su castigo se selló debido a que estiraron sus manos para robar” (Sanhedrin 108a). El robo siempre es perpetrado contra otra persona, que puede ser incluso humillada en dicho proceso o forzada a través de la violencia.
Una vez sucedido el diluvio comienza la reconstrucción del mundo y se establece un pacto con toda la humanidad, el conocido Pacto Noájico (Bereshit 8:21 – 9:11) por el que deberían regirse desde ese momento todas las personas y que incluye el compromiso firme de no volver a destruir a la humanidad. El sello de este acuerdo lo podemos ver en el cielo cada vez que llueve y se encuentra presente el sol, se trata del arco iris. Pero algo que nuevamente nos desconcierta sucede, en el momento en que Noaj se embriaga con el vino de las cepas que él mismo plantó tras el diluvio; Jam, el descendiente menor de Noaj, “vió la desnudez de su padre” (Bereshit 9:23). Este pasuk ha despertado multitud de comentarios y muchas interpretaciones sobre posible su significado. Hay quienes dicen que hace referencia a que fue capaz de castrar a su padre, también hay quienes afirman que abusó de él, pero la verdad es que de este pasuk solamente podemos deducir que lo vió desnudo. Entonces ¿cuál fue su transgresión? Si atendemos a lo que se refiere de forma inmediata en el mismo verso podemos encontrar una clave importante, Jam llamó a sus dos hermanos para que corriesen a ver a su padre desnudo. Por lo tanto parece que se puede intuir la intención del hijo menor de humillar a su padre, de mostrar a sus hermanos la degradación del mismo, pero la reacción de estos fue tapar a su progenitor y ofrecerle la dignidad y el respeto que como ser humano merecía. El propio Najmánides apoya esta interpretación pues por comparación de expresiones si Jam hubiese abusado de su padre esto habría sido expresado como en Bereshit 34:2 “Y Siquem, hijo de Hamor el heveo, gobernante de esa tierra, la vió (a Dina), la tomó y yació con ella por la fuerza”.
De cualquier forma, en un tiempo muy reducido una de las personas que pudo ver el diluvio y que se salvó del mismo, volvió a cometer la ya revelada como grave transgresión de humillar, demostrándonos que a pesar de todo somos humanos y que podemos llegar a equivocarnos y recaer en aquello de lo que somos conscientes que no es correcto. Sin embargo también tenemos la capacidad de hacer cosas buenas, de ser justos y de tener un efecto positivo sobre nuestro entorno inmediato, hecho que no debemos olvidar.
Eliyahu Peretz del Campo